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jueves, 24 de octubre de 2019

Nuevas tecnicas de caza


La mira del rifle mostraba al tigre echado. Estaba quieto, demasiado quieto.
Antes de gastar una bala, el furtivo se acercó cauteloso. Moscas.
¡Se le habían adelantado!
Sus ojos buscaron la herida en el cadáver. ¿Quién dejaría abandonada una piel tan valiosa?
Se colgó el rifle, dispuesto a llevársela.
Con el cuchillo contra el cuello, el tigre muerto volvió súbitamente a la acción y despachó al cazador en un paroxismo de garras, dientes, gritos y sangre.
Mordisqueando los restos pensó:

—Ah, zarigüeya... te debo una.







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