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martes, 22 de octubre de 2019

Almorzando con el comandante

―La gente está muy loca, Comandante. Mire al tipo ese del traje, acaba de salir en plena granizada para arrojarse sobre el capot de su lujoso coche. Vea cómo entrega su carne al castigo de las piedras con tal de evitar que se dañe la pintura.

Ciertamente, el sujeto obeso aullaba bajo la granizada,  intentando cubrir más superficie abriendo brazos y piernas como quien hace angelitos en la nieve.

―Vamos, Comandante, mejor preparemos algo de comer.

Refugiado bajo el puente, Comandante movió la cola y el vagabundo comenzó a rebuscar en su bolsa de arpillera.

 




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