―Vamos viejo, eres el comediante más famoso del planeta, no puedes estar así de triste.
―Me voy de la galaxia, Ror. Para siempre.
―¡Tonterías!, ¿quién hará reír a nuestra gente?
―También pienso dejar la actuación.
Ror, el zupvelyano, conocía lo único capaz de poner así a Pelzir.
―¡Oh!, rompiste con Frainaí.
―Ni siquiera discutimos pero ella... ama a otro.
―¡¿A quién?!
―A mí, pero cuando no soy yo.
Ror estalló en carcajadas.
―¡Maldito, casi te creo!
―Lo digo de verdad. Ayer me transformé en otro, un Awtipleño gordo y peludo. Me acerqué a ella en la calle fingiendo coquetear.
―Eso no está bien, Pel, ni siquiera como broma.
―Lo terrible es que aceptó salir con el Awtipleño, o sea, conmigo y tuvieron... tuvimos… sexo. Estaba como una fiera salvaje, me dijo que nunca había sentido algo así y que quería volver a hacerlo pronto. No me atreví a revelar mi truco.
―¡Ay, pobre Pelzir! Deberías adoptar unos cuernitos rojos, ¡te quedarían de maravilla! ―exclamó Ror y le estampó un beso en la boca.
Pelzir reaccionó furioso, nunca lo habían ofendido así.
A Ror le ganó la risa:
―¡Es lo que te mereces! ―le gritó mientras su cuerpo cambiaba para convertirse en la bella Frainaí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Que te pareció esta historia?