―Hijo... sulfaté mis baterías antes de que tus partes entrarán al ensamblador. Ahí está la salida, toda tuya.
El niño robot dio la espalda al paciente
―No, no... Perdóneme, Doc, iba a que me desguacen cuando vi el aviso del robot curandero.
Algo está mal en mi programación. Tengo... sentimientos, hacia mi dueña. ¡Tiene que ayudarme antes de que cometa una locura!
―No, no... Perdóneme, Doc, iba a que me desguacen cuando vi el aviso del robot curandero.
Algo está mal en mi programación. Tengo... sentimientos, hacia mi dueña. ¡Tiene que ayudarme antes de que cometa una locura!
―Esta bien, conéctate aquí ―dijo señalando sus ocho pines―, “modo catatónico”, no quiero sacudidas mientras hurgo en tus circuitos.
―El escaneo cerebral no servirá de nada, Doc, los mejores analistas han buscado en vano. Usted es mi último recurso, estoy desesperado.
―¡Planck! ―OchoPines se golpeó la frente con su palma metálica ―. ¡Que bobo! Eres un viejo robot terrícola, lo olvidé por completo ―se disculpó y presionando un remache en el lado izquierdo del pecho, abrió una puertecita oculta ―. Aquí está. Es una vieja broma del diseñador… algo que jamás entenderías.
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