«¿Y si hoy no me levanto?» piensa, ya despierto, orejeando el día a través de la persiana oscura. «¿Y si no vuelvo más?»
Imagina los camiones sin descargar, el capataz recaliente llamando en vano a su casa. Se sonrie entre las sábanas: «¡Andate a la puta que te parió, vigilante!».
«¿Y después qué?» Levantarse bien tarde y bañarse con agua fría. Unos mates y derechito al transporte, a buscar un camionero que lo lleve hasta Catamarca.
Llegaría el 25 a la tarde. Todavía le podría decir a su viejita: «¡Feliz navidad, Mama!»
La tos le llega desde la otra punta de la pieza como un tirón de orejas. «Mejor me levanto. Total ya me desvelé. A ver si el forro del capataz empieza a llamar y me lo despierta al changuito.»
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