—¡Hala, niña! Por cinco monea's leeré tu fortuna en la palma e' tu mano. —Solo tengo dos, Madame. —Dáme tu mano y siéntate. Tendrá' una vida mediocre, atendiendo a tu' crío' y a tu marío hasta que crezcan uno', se muera el otro y tu envejezca' sola y olvida'. ¡Er que sigue!
Bueno... no hacia falta ser muy adivina... me encantó.
ResponderEliminarGracias por leer, estás en tu casa.
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