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martes, 24 de abril de 2018

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—¡Oh! ¡Vuelvo a oír! ¡Milagro! —respondió confuso el recién llegado Luis.
Su alegría no duró, su humor pendulaba como un metrónomo.
—¿Qué lugar es este? ¿Morí y me encuentro en el...cielo?
—Calma Luis, no es el cielo pero tampoco es el infierno. Comprenderás que un don otorgado conlleva una responsabilidad. No has sido realmente malo pero tu soberbia y tu ira te han traído hasta aquí.
—¿Purgatorio? —Su interlocutor asintió —¿ Cuánto tiempo permaneceré aquí?
—Eso depende. Tu oído se ha restablecido para permitirte cumplir tu penitencia. ¿Recuerdas esa tonadilla dedicada a tu vecina, "Para Elisa"? .
—¿Esa tontería? Puede que sea lo peor que he compuesto —contestó su orgullo herido.
—Resulta que es tu obra más famosa, Dios sabrá por qué. Pero terminemos ahora este enojoso asunto —Su voz cambió al modo "tronido" —¡Luis van Beethoven, oirás atentamente «Para Elisa» cada vez que sea tocada, silbada, tarareada o reproducida por persona o aparato, en cualquier estilo, de día o de noche, hasta que el último mortal vivo la haya olvidado, momento en que ganarás tu perdón y el cielo!

—Ven querida, nuestra niña trata de tocar “Para Elisa”...

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