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jueves, 15 de marzo de 2018

Opio de multitudes.

Era una cabeza parlante, muy útil para aquella aldea que carecía de casi todo.

A pesar de no tener cuerpo, la redonda cabeza daba consejos, anunciaba el clima, contaba historias edificantes y cantaba con melodiosa voz. Era un milagro en sí misma, pero a todo milagro corresponde un sino aciago.

Era una aldea futbolera, en una región futbolera de un país futbolero.
De nada le sirvió rogar cuando la pelota se rompió.

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