―Escucha mi consejo, joven niña, y no elijas el camino fácil, ppues has de saber que no existen los atajos,y que lo bueno requiere esfuerzo. Medita con cuidado cada uno de tus pasos ―tu destino no irá a ninga parte― y sobre todo disfruta el viaje. Detente a admirar el cielo, a oler una flor o a seguir una mariposa.
La niña asintió convencida pero no pudo reprimir su curiosidad:
—Señor sabio, ¡que orejas tan grandes tiene!
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