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jueves, 11 de junio de 2020

Mi abuelita XIX

―Hace muchísimo tiempo, en estos mismos campos vivía una princesa mapuche de gran hermosura. Un joven guerrero de la tribu la pidió como esposa, pero el cacique era celoso y trató de impedir la unión encomendando al pretendiente una condición imposible de cumplir.
Debía encontrar el nido del mítico Caburé y volver a la tribu con sus huevecillos como prueba.
El indiecito cruzó montes y llanuras buscando al Caburé y por fin, después de atravesar la pampa, dió con el hábitat del ignoto ave.
Mucho tuvo que ingeniarse para robar los huevos y mucho más le costó volver con el trofeo intacto.
Al llegar lo recibió la tragedia, su amada había muerto. Presa de la rabia, arrojó los huevos del Caburé frente a la tienda del infame cacique y dicen que desde ese día, el viento sur trae a veces un inexplicable olor como de huevos podridos.
A continuación, mi abuela se ladeó en la mecedora y cerró su narración con un pedo.


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