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jueves, 28 de mayo de 2020

Secretos de familia

Conocí a Jorge en Oberá, donde terminé destinado como gendarme.
El parecido era tan increíble que en el destacamento todos asumieron que éramos hermanos gemelos.
Al momento llamé a mi abuela. Le pregunté sin ambages si yo tenía un mellizo que mi madre me había ocultado. Quería leer su reacción y un largo silencio fue mi respuesta, casi podía verla palidecer junto al teléfono.
Colgué furioso, sintiendo que mi vida entera se derrumbaba con el engaño de mamá. Le dí mil vueltas al asunto pero me resultó tan doloroso que no pude aceptarlo.
Jorge se sentía igual con respecto a su madre y los dos pergeñamos un plan para enfrentarlas con su mentira.
Con la excusa de recibir una distinción, conseguimos que ambas viajaran a visitarnos.
Esa mañana los dos llegamos al cuartel del brazo de nuestra mamá.
Verlas juntas fue impactante. Dos gotas de agua, dos gotas sorprendidas pero idénticas.
Mamá miró a su hermana por primera vez y yo a mi nuevo mi primo, Jorge.
De mi boca salió una sola palabra:
―Abuela.


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