La gente observaba su número con discreto interés, y de pronto: el milagro.
Una mariposa enorme apareció coloreando la tarde y descendió majestuosa sobre el vértice de la pirámide.
Todos contuvimos el aliento, algunos inmortalizaron ese momento con sus celulares.
Luego, estallaron los aplausos.
La mariposa se alejó asustada y la gorra del artista recibió una lluvia de propinas.
En el saludo final, con reverencia, alcancé a ver que de su bolsillo asomaba revelador, un bote de miel.
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