Se conocieron.
Se gustaron.
Mucho.
Se pusieron de acuerdo.
Y rompieron la horma.
Basta de maquillajes.
De meter panza.
De depilarse.
De todos los incómodos camuflajes.
Adoraron sus arrugas.
Sus canas.
Sus papadas tan graciosas.
La gente a su alrededor murmuraba:
—¡Cómo se abandonaron con la rutina!
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