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lunes, 29 de julio de 2019

Casus belli

Aunque los testigos lo ubicaran en la escena, aunque unos extraños tubos llenos de sangre se hallaron en su poder, el criminal iba a escapar.  Mulligan estaba furioso.

El sujeto se aferraba con vehemencia a la estrategia de fingir locura. Alegaba ser un extraterrestre en misión científica, pedía que lo liberaran para reunirse con sus congéneres y regresar todos a su lejana estrella.

Horas después, el suelo tembló cuando una enorme nave apareció flotando sobre la comisaría.
El techo desapareció como por arte de magia mientras los presentes presenciaban estupefactos cómo un rayo surgía de la nave y elevaba por los aires al sospechoso.

Un estampido los regresó a la realidad. Giraron las cabezas hacia el ruido y allí estaba Mulligan empuñando su arma aún humeante.
Disparó dos veces más contra la nave y el rayo se desvaneció, dejando caer desde una altura considerable al prófugo levitante.

El aparato se alejó con un zumbido desapareciendo en la noche.

―¡A mí no! ―Oyeron gritar a Mulligan mientras sacudía el puño al cielo nocturno.


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