El Supremo Zupvelyano miró al sirviente con gravedad; habían intentado envenenarlo demasiadas veces. Probó la comida con timidez y de inmediato comenzó a chorrear espuma rosada por las orejas.
―¡Por Ylsfung, esto es un milagro! ―exclamó conmovido―. Las ondas, los aromas, los sabores... ¡se mezclan de una manera tan sublime! Quiero saberlo todo sobre esta receta. ¡Deja de lamer la espuma del suelo!
El sirviente ensayó una explicación:
―Mi hijo... tiene un don para la cocina. Por una rara enfermedad, desde recién nacido debimos alimentarlo con ondas cerebrales. Al crecer, él mismo comenzó a escoger ingredientes y preparar sus comidas.
―Un chico especial, sin dudas. Estas ondas son diferentes a todo.
―Provienen de unos seres singulares, originarios de un planeta en una estrella lejana.
―Mmmmm… ¿Son de un criadero?
―Son orgánicos, abducidos directamente de su hábitat. Un mercader llamado Glorb nos trajo algunos. El secreto está en programarles artificialmente una vida ficticia que sobreexcite su función neuronal. La hembra rechoncha, fue programada para creerse lo que en su cultura llaman una “diva” y el macho, más tímido y retraído, ha sido programado para creerse un semidiós de su planeta llamado P.O.T.U.S. (President Of The United States).
―Oh, por supuesto. No hay ser, por insignificante que sea, que no guarde un secreto culinario.
¡Volver a la nave nodriza!
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