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domingo, 31 de marzo de 2019

Sobre la belleza

Las sociedades primitivas humanas ya adoraban la belleza.

Entonces eran los lindos quienes se emparejaban con otros lindos. Lindos y un poco narcisistas. El exceso de autoestima hacía que se ocuparan mucho de sí mismos. Entonces apenas tenían uno, máximo dos hijos.

Por oposición, los feos debíamos juntarnos con otros feos y la incertidumbre de tener oportunidades de apareamiento nos predisponía aprovecharlas. Así tuvimos muchos hijos, por lo general feos.

Con el tiempo, la población de feos creció y creció en progresión geométrica descontrolada hasta el punto en que, ¡oh, sabia madre naturaleza!, aquella mayoría social consiguió invertir sus cánones de belleza.

Y ahora los feos pasamos a ser considerados lindos y viceversa. El ciclo se reinicia.





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