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lunes, 25 de febrero de 2019

Agorafobia

―Es importante que entienda, Clelia, usted sufre de “agorafobia”; un trastorno de ansiedad que le impide salir de su casa.


―Cállese, doctor. Usted no sabe lo que me pasó...

El psiquiatra cedió para avanzar.

―Empecemos ahí, entonces. Cuénteme lo que le pasó...

―Debe saber, doctor, que yo soy una "medium"... o lo era. Tenía mucha habilidad para invocar espíritus y comunicarlos con los vivos ―El doctor alzó una ceja suspicaz―. No me crea, pero le aseguro que no es un trabajo... fácil. Es peligroso, hay espíritus... "complicados".

―Digamos que le creo, continúe...

―En cierta ocasión, invoqué al padre fallecido de un joven millonario, pero acudió al llamado el espíritu de una anciana. El cliente se fue sin pagarme; el fantasma, en cambio, se quedó. Me reveló que el tiempo y el espacio no significan nada para las almas errantes. Ellas recorren pasado y futuro a voluntad.

―¿Y qué hay con que no pueda salir de su casa?

―Allá vamos, doctor. El espíritu vino a darme un aviso: “¡No vayas, Clelia! ―me grito angustiada―. ¡Nunca debimos ir ahí, por amor de Dios!”. De inmediato se esfumó al igual que mis poderes psíquicos. Ya nunca más pude contactar con el más allá.
Por eso no me atrevo a salir.

―Inquietante... ¿Por qué el fantasma le dijo “No debimos”?

―Eso es lo peor, doctor. Había algo en los rasgos suplicantes de aquella mujer que me permitieron reconocer mi propio rostro.


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