El guardián del parque arrastraba al niño del cuello de su traje de marinerito.
—Señora, debo pedirle que cuide a su hijo. Estaba sobre los parterres, ¡ha cortado flores de las nieves!
—Cuánto lo lamento, señor guardián. —respondió la madre, y dirigiéndose al niño —Adi, cariño, ¿cómo has podido?
Adi la miró con determinación y le ofreció las flores.
—Para tí, madre.
A ella se le llenaron los ojos de lágrimas, miró al guardián, quien con un gesto le indicó que recibiera las flores. Luego los despidió revolviéndole el cabello al niño.
—Adiós Adi, sé buen chico. Y adiós, ¿frau...?
—Hitler, Klara Hitler.
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