Proverbio chino.
Los últimos días, desayunó repasando las necrológicas con ansiedad. Le habían llegado noticias del delicado estado de salud de su enemigo más odiado.
Esa mañana sin embargo, lo invadió una sensación de hastío y desasosiego. ¿Cuánto tiempo llevaba allí sentado? ¿Quién le había alcanzado el periódico? No podía recordarlo.
De repente, la memoria le devolvió la imagen de aquel enemigo, sentado en la cama del hospital, sonriendo satisfecho al leer un obituario.
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