En la primera cita fuimos al restaurant chino, mitad porque Lin Mei es china y mitad porque no me alcanzaba para un lugar mejor.
Apenas nos sentamos nos trajeron las tradicionales galletas de la fortuna.
A ella le tocó: «Hallarás el amor esta primavera.»
Supuse que eran galletas viejas, porque estábamos en otoño; sin embargo, la mía decía:
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