—Chicos, ustedes me avisan si viene Arlequín, ¿eh? —dice Pantaleón el cascarrabias.
—¡Ahí! ¡Ahí está! —gritamos.
Arlequín desaparece y vuelve a salir por el otro lado.
—¿Dónde?
—¡Ahí, atrás tuyooo!
El juego se repite entre risas hasta que una ráfaga de viento traicionera vuelca el teatrino.
Ante nuestra inocente mirada, con un títere en cada mano, queda al descubierto la corporación de multimedios que digita la política nacional.
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