Colgó el sombrero y el paraguas. Se quitó los auriculares y los lentes, apoyó el celular, las llaves, la billetera. Se sacó el reloj, el anillo, la cadena y un arete.
Se descalzó, se desnudó por completo.
Más trabajo le costó arrancarse la religión y la ciencia, la técnica, el arte.
Convertido así en un completo animal, se metió en su madriguera a descansar, hasta las siete en punto.
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